El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la inclusión toma protagonismo como un símbolo fundamental de nuestra sociedad. La incorporación del lenguaje no sexista en la cotidianidad es una de las señales más significativas de nuestra voluntad de cambio comunicacional.
De acuerdo con el Instituto Cervantes, una mayor sensibilidad social en torno a la igualdad de género se complementa y se potencia con una mejor utilización del lenguaje inclusivo.
En los últimos años, hemos podido comprobar que esta voluntad de cambio en nuestro lenguaje ha dado lugar a la aparición de fórmulas comunicativas como el empleo de la «@» o las letras «x» y «e» como alternativas a las desinencias del género masculino. «Todes» o «nosotres» son algunos ejemplos que seguramente hayas escuchado. No obstante, la Fundéu asegura que, aunque su uso como recurso gráfico es admisible, su empleo en el lenguaje cotidiano o textos generales puede plantear una serie de problemas. No solo rompe con las normas de nuestra lengua, sino que también pueden dar lugar a palabras impronunciables.
Afortunadamente, en nuestra lengua existe una gran riqueza que nos permite un uso no excluyente del lenguaje sin romper con la estructura gramatical, la economía del lenguaje y las normas de entendimiento general.
Veamos algunas de las formas más prácticas y sencillas para evitar un lenguaje sexista en nuestra comunicación habitual. Mediante estas simples, pero muy eficaces, pautas podemos crear un entorno más dinámico, inclusivo y de igualdad en nuestra vida diaria sin comprometer la economía lingüística con constantes repeticiones ni que suene forzado.
Manual de comunicación no sexista
Las personas usamos el lenguaje como la forma más directa de expresión de nuestra individualidad e interacción social. A lo largo de los años, el uso del lenguaje se ha venido adaptando a las nuevas realidades socioculturales.
Sin embargo, las adaptaciones de la lengua deben partir de un consenso lingüístico que regula las formas y estructuras usadas en todos los ámbitos del idioma. Especialmente en una lengua usada por más de 700 millones de personas a nivel mundial.
Son innegables los avances sociales en torno a la igualdad de género dentro de nuestra comunicación diaria. Este lenguaje inclusivo puede optimizarse con un correcto uso de las normas lingüísticas generales.
De acuerdo con la Guía para el lenguaje inclusivo del Gobierno de Canarias, podemos eliminar el lenguaje sexista utilizando las normas gramaticales existentes. Es posible establecer una dinámica para trabajar el lenguaje no sexista en nuestra cotidianidad. A continuación, ofrecemos algunas pautas basadas en esta guía y algunas recomendaciones de la Fundéu:
1. Incorporar el femenino e impersonales como genéricos
Además del masculino genérico, podemos hacer generalizaciones utilizando las formas impersonales y formas femeninas de acuerdo con cada caso. Por ejemplo, habitualmente usamos masculinos genéricos como niños, jóvenes o vecinos, pero existen alternativas como sus formas colectivas: niñez, juventud o comunidad. Otra posibilidad sería emplear la palabra «persona» para evitar la marca de género: «Los derechos de las personas» en lugar de «Los derechos del hombre» sería un ejemplo.
2. Uso del femenino en profesiones, colectivos y abstractos
Esto se repite de manera sistemática al usar términos relativos a las profesiones, abstractos o colectivos como técnicos, profesores o ciudadanos. Utilizar el femenino al referirse a profesiones u oficios está totalmente aceptado por la RAE, formando parte de un vocabulario no sexista y dentro de las normas de la lengua.
3. Eliminar el uso de símbolos y neologismos
Como ya adelantábamos, en España y en muchos países latinoamericanos se ha extendido el uso de «@», «e» y «x» como recurso lingüístico del lenguaje inclusivo. Cuando se usan estos recursos, se crean confusiones por estar excluidas del diccionario de la lengua española.
Para evitar estos errores, podemos eliminar o sustituir los pronombres de cantidad sin cambiar el sentido de la oración. Los pronombres «todos», «nosotros» y «vosotros» se pueden eliminar sin recurrir al símbolo «@» y a las letras «x» y «e».
4. Uso adecuado del desdoblamiento
Según la Fundéu, el desdoblamiento consiste en la mención expresa de los dos géneros. Un ejemplo sería emplear «los niños y las niñas» en lugar del genérico «los niños». La evolución de la sociedad y la lengua ha dado lugar a la tendencia de utilizar desdoblamientos con el fin de evitar el lenguaje sexista. No obstante, esto ha provocado que en muchos textos y discursos orales se haga un uso excesivo de la forma femenina y masculina como sustantivo o adjetivo creando una reduplicación léxica.
La Real Academia Española recomienda usar este recurso solo en aquellos casos en los que no quede lo suficientemente claro que el masculino genérico comprende ambos sexos. Algunos ejemplos de su uso correcto que recoge la Gramática son «Los españoles y las españolas pueden servir en el Ejército» o «El equipo estará formado por profesionales, tanto hombres como mujeres».
5. Usar determinantes y pronombres impersonales
En algunos sustantivos no es posible hacer la diferenciación de género en sus formas habituales. Estas palabras requieren del uso de determinantes para marcar la diferencia entre el femenino y el masculino.
Si añadimos los determinantes «la», «las», «el» o «los», podemos establecer el género al que se refieren. Para marcar el género sin romper las reglas gramaticales se pueden sustituir los pronombres masculinos «el» y «los» por pronombres impersonales como «quien», «quienes» o «cada».
6. Utilizar formas impersonales en lugar del masculino
En algunas ocasiones, el sujeto puede omitirse de la oración eliminando el sustantivo sin alterar el sentido semántico. La forma masculina puede cambiarse agregando la forma impersonal y los pronombres de cantidad masculinos pueden sustituirse por formas generalizadas de vocabulario inclusivo.
Es posible utilizar un lenguaje no sexista y un vocabulario inclusivo de forma correcta sin romper la estructura y el consenso generalizado de la lengua. La propia versatilidad de la lengua española permite retroalimentarse constantemente y evolucionar hacia una comunicación más horizontal e incluyente.