Si lanzáramos al aire la afirmación «escribir en el lenguaje SMS empeora la ortografía», a priori, muchos coincidiríamos en que es una realidad palpable. Sin embargo, hay diferentes motivos por los cuales no tiene por qué resultar tan evidente. Vamos a tratar de demostrar la inexistencia de una relación causa-efecto entre una ortografía deficiente y el uso de las nuevas tecnologías.
Antes de nada, tenemos que reflexionar sobre porqué nos comunicamos por el móvil con los demás. La escritura a través de los teléfonos inteligentes o demás dispositivos es una evolución del hecho de cartearse que se hacía antiguamente y cuyo objetivo residía en entablar un diálogo o conversación con alguien que estaba suficientemente lejos, en el tiempo o en el espacio, como para hacerlo oralmente.
Precisamente, los mensajes cortos por el móvil permiten mantener conversaciones con otras personas, pero la inmediatez proporcionada por la tecnología hace que lo consideremos más una conversación que un intercambio de textos. Y aquí viene el fallo.
Cuando escribimos textos, generalmente gozamos de tiempo para pensar y reflexionar acerca de las frases y palabras que usamos. Pero, cuando hablamos, prima la rapidez: eliminar letras, utilizar acrónimos, abreviar… no son más que mecanismos para intentar lograr la inmediatez que una conversación por el móvil requiere. La culpa de la utilización de estas técnicas antiortográficas no es tanto de los usuarios, sino de la falta de sistemas con una entrada y salida de información que favorezcan y faciliten un diálogo fluido.
Sin embargo, sería conveniente distinguir entre aquellos que cometen faltas por desconocimiento o aquellos que lo hacen intencionadamente por criterios personales (por inclusión social muchas veces). Estaríamos hablando de faltas de heterografía, que se contraponen a las típicas faltas ortográficas debidas al desconocimiento de las normas.
En la misma línea de lo comentado anteriormente, podemos tomar el ejemplo de los emoticones. Nacidos inicialmente de la unión entre signos de puntación y letras, han venido a remediar una carencia existente y que, hasta el momento, no estaba cubierta. Podemos decir en este caso que la tecnología ha tratado de adaptarse ante una necesidad evidente. Cuando nos expresamos frente a alguien, nuestros gestos, nuestra expresividad facial y demás, componen una serie de elementos vitales para nuestro interlocutor a la hora de entendernos. Expresar emociones solo con texto era, y es, una ardua tarea. De aquí vienen los “;)”, que han acabado evolucionando en extensas listas de emoticonos entre los que escoger.
Nos encontramos, pues, frente a un hándicap temporal: cuando los tecnólogos mejoren las técnicas actuales, el problema remitirá. O quizás no. La mayor parte de las personas nos expresamos oralmente peor de lo que lo hacemos escribiendo. Entonces, ¿no tendremos razones para pensar que, aunque contemos con mejores y más sofisticados teclados, el problema persistirá?
El Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés (CNRS) publicó hace un año los resultados de un estudio que relacionaba la calidad ortográfica con la influencia de los SMS. Contrariamente a lo que se podría pensar, el estudio concluyó que los SMS no influían negativamente en la ortografía. De hecho, también se llegó a la conclusión de que quienes más adaptan su escritura al lenguaje móvil son los jóvenes con mejor nivel de ortografía tradicional.
Llegados a este punto, ¿afecta el lenguaje móvil a nuestra escritura? Que cada uno saque sus conclusiones. Antes, lanzamos unas últimas reflexiones.
Las nuevas TIC (los chats, Whatsapp, SMS…) están provocando una falta de hábito en la escritura tradicional. Al ser más accesibles, rápidas y al exigir menos esfuerzo que, por ejemplo, una carta, la despreocupación por la ortografía se hace más evidente. La cuestión no es si usarlas o no, la controversia está en descuidar la práctica habitual de escribir. Es aquí donde radica el problema.
El lenguaje utilizado en el móvil es un registro intencionado, y quienes lo utilizan generalmente saben diferenciar los ámbitos en los que lo emplean. Por eso, se sirven de otras formas de comunicación más correctas en ámbitos más formales. Hay quienes cometen faltas de ortografía, independientemente del medio por el que se expresen, y hay quienes dominan la ortografía. Estos últimos siempre sabrán adaptarse a la forma y al medio en el que se expresan sin perder, claro está, los estándares ortográficos adecuados para cada ocasión.