Utilizamos los textos para informar, explicar, entretener, vender, influir, documentar…, pero sea cual sea su finalidad concreta, son una forma de comunicación humana en la que, como ocurre en la verbal, hay muchas cosas que pueden ir mal. Desde que hemos sido estudiantes, todos conocemos la sensación de desazón al ver una página llena de letras pequeñas que hemos de leer y “digerir”. O esa frustración al darnos cuenta de que, tras leer un párrafo, no hemos entendido ni retenido nada. Leer requiere un esfuerzo y, si facilitamos esta tarea al lector, no sólo le hacemos un favor a él, sino también a nosotros mismos, ya que nuestro texto tendrá mucho más éxito.
La legibilidad es un elemento clave para que un texto consiga su objetivo, pero ¿qué es exactamente? Se trata de la facilidad con la que se puede leer y comprender un documento y hace referencia a:
- elementos tipográficos: presentación del escrito en la página (fuente, diseño de párrafos, sangría, interlineado etc.)
- elementos lingüísticos: estilo de escritura, lenguaje usado, empleo de la sintaxis y estructuración del texto, entre otros.
Normalmente, en la traducción el aspecto visual nos viene dado en el documento original, pero la legibilidad lingüística sin duda es un aspecto de calidad que debe controlarse durante la traducción para evitar que se pierda. De esa legibilidad queremos hablar en este artículo.
¿Cómo conseguimos mejorar la legibilidad?
En la legibilidad lingüística influyen, en resumen, los siguientes elementos:
- Utilizar frases completas: una estructura básica en las oraciones (sujeto-verbo-complementos).
- Evitar frases largas y complejas: hacer un empleo precavido de frases subordinadas, impersonales, voces pasivas o incisos demasiado largos.
- Planificar de forma inteligente el texto: es importante tener en cuenta que el principio de una oración o el de un párrafo son las posiciones más importantes dentro del texto; es lo primero que el lector ve y lee y, por tanto, lo que mejor memorizará.
- Construir bien el texto: los marcadores textuales en forma de conjunciones, adverbios o locuciones como “además”, “después, “por esta razón” etc., favorecen la legibilidad.
También habría que hablar de una legibilidad de contenido. El lector lo podrá entender mejor si fluye de forma coherente, con un desarrollo estructurado de las ideas. Con otras palabras, para escribir bien hay que tener claras las ideas y la forma de presentarlas. También ayudan en la lectura unos buenos ejemplos que nos ilustren los conceptos o las ideas o elementos que capten nuestra atención.
En la traducción, esta resultará literal y tal vez incomprensible si el traductor no ha comprendido bien el contenido y las ideas expresadas en el texto original.
¿Cuándo se convierte la legibilidad en un factor de calidad?

La legibilidad es importante para todos los textos, pero hay ciertas tipologías de textos en los que una buena legibilidad es fundamental, como en manuales, textos didácticos o contenidos de Internet con un claro objetivo informativo. En el ámbito de la traducción, el profesional debe saber cuándo un texto ha sido redactado priorizando su legibilidad, para así tenerlo en cuenta en su traducción. En caso de que un texto haya sido creado siguiendo criterios de legibilidad, este factor se convierte en un indicador de calidad que debe controlarse también en la traducción.
Pese a que la legibilidad puede parecer a priori un concepto bastante subjetivo, hoy en día contamos con herramientas online que pueden analizar este factor a partir de ciertos parámetros base, ciertos algoritmos sencillos que son específicos para cada lengua y que requieren una investigación científica previa para su validación. Algunas de las fórmulas que existen en el caso del castellano son:
- la escala de lecturabilidad, creada por José Fernández Huerta en 1959;
- la fórmula de comprensibilidad, ideada por Luisa Elena Gutiérrez de Polini en 1972;
- la fórmula de Crawford de 1989, que sirve para calcular los años de escolaridad necesarios para entender un texto;
- el índice de perspicuidad, de Francisco Szigriszt-Pazos;
- la escala Inflesz, desarrollada por Inés María Barrio Cantalejo, y
- la legibilidad µ, ideada por Miguel Muñoz Baquedano y José Muñoz Urra en 2006.
Existen algunas herramientas de legibilidad disponibles online y soluciones como Outlook o Word incluyen también sistemas de análisis integrados basados en las fórmulas propuestas por Flesch y por Flesch-Kincaid. Para encontrarlos en Word, uno de los procesadores de texto más comunes, solo debemos seguir los siguientes pasos:
- Hacer clic en “archivo” y después en “opciones”
- Hacer clic en “revisión”
- En el apartado “Para corregir ortografía y la gramática en Word”, debemos asegurarnos de que la casilla de verificación “Revisar gramática con ortografía” está activada
- Seleccionar “Mostrar estadísticas de legibilidad”
1

2

3

4

La legibilidad en la traducción profesional
Las traducciones deben correr a cargo de traductores profesionales que apliquen todos los cambios necesarios para que el documento goce de tanta legibilidad como sea posible. Para nuestra empresa de traducción, por ejemplo, la legibilidad es un criterio a evaluar de gran importancia, sobre todo a la hora de que los proyectos superen los controles de calidad y puedan ser entregados a sus destinatarios.
Toda compañía que ofrezca servicios de traducción no solo tiene la obligación de entregar al cliente documentos bien traducidos desde el punto de vista de la fidelidad y la corrección lingüística, sino que también debe garantizar que estos documentos cumplan su finalidad y se adapten a su público objetivo. En este contexto, el grado de legibilidad es uno de los muchos factores que deben controlarse.
¿Cómo garantizar que los documentos resulten legibles?
Existen varios protocolos que ayudan a las agencias de traducción a garantizar la legibilidad en los documentos. Los exponemos a continuación:
- Realizar un buen análisis de los documentos antes de iniciar la traducción. Este análisis debe valorar también los requisitos de legibilidad.
- Seleccionar a traductores expertos con formación y años de experiencia y proporcionarles las instrucciones necesarias.
- Realizar las revisiones sistemáticas de las traducciones antes de entregarlas. Estas revisiones también deben ser realizadas por un revisor profesional o traductor experto.
- Disponer de un sistema de calidad con procedimientos de calidad certificados según las normas internacionales de gestión de calidad, como pueden ser la ISO 9001 e ISO 17100.
Todas estas líneas de acción permiten que los proyectos de traducción se entreguen al cliente listos para su uso, sin necesidad de modificarlos y perder tiempo en el proceso. A menudo la preocupación principal de los clientes es que los documentos se entreguen en el plazo indicado y que no haya errores. Aprovechamos este artículo para hacer hincapié en la importancia de la legibilidad. Como decía el poeta posmodernitsta y traductor Enrique Díez Canedo, “traducir es siempre sacrificar, pero no ha de sacrificarse nada de lo esencial”.